El ‘sistema complejo’ que oscurece el cielo de Roma

Las ‘murmuraciones’ de estorninos, sincronizados y en una dirección, han tomado el cielo de Italia tras huir del frío procedente de su territorio de origen.

Todos los residentes o turistas que viajan a Roma se quedan impactados debido a un fenómeno natural y de la época que propicia el oscurecimiento del cielo de Roma, antes de llegar la noche. Además, los responsables de este proceso son un amplio abanico de aves migratorias, conocidas como estorninos, que llegan a la capital italiana tras huir del frío procedente del norte de Europa.

Principalmente, estos pájaros de cabeza pequeña de plumaje negro y con larga cola tienen como ritual desplegar sus alas cada año en ciudades con mejores condiciones climáticas, que las de su propia zona de origen. Por ello, la ciudad romana es el destino preferido de estas aves migratorias, ya que cada año suelen sobrevolar más de 500.000 ejemplares.

Secuencia de la película 'The Birds' - Vía Ghipy

Sin embargo, la agrupación de más de 40.000 estorninos, donde todos siguen una única dirección gracias a una sincronización perfecta, se conoce como ‘murmuraciones’, según los británicos, y tienen la suficiente capacidad de colorear el cielo de negro con su presencia, privando de luz natural a todas aquellas personas que observen este fenómeno.

La agrupación de estorninos, un ‘sistema complejo’, según científicos

Cada año, con la llegada del frío, millones de estas bandadas de pájaros pequeños, con plumaje negro, emigran del norte de Europa a Italia, hacia zonas más cálidas. Las hordas de estorninos realizan espectaculares ballets aéreos, perfectamente coordinados, sobre los imponentes monumentos romanos y en ocasiones llegan a oscurecer el cielo bajo la mirada atónita de los transeúntes.

Cuando el sol se pone en el centro de Roma, cinco personas vestidas con monos blancos se colocan bajo los árboles con altoparlantes que emiten una mezcla de sonidos agudos que generan la estampida de las bandadas de estorninos. “Nunca había visto algo así en mi vida… ¡Es increíble!”, confiesa Eva Osuna, una turista española, mientras inmortaliza con su móvil las aves sobre un cielo que se va tiñendo con los colores resplandecientes del legendario atardecer romano.

Esta especie de ave paseriforme, que mide hasta 20 cm, “pasa el día en las zonas rurales, donde encuentra alimentos y regresa por la noche a la ciudad para dormir”, explica Francesca Manzia, ornitóloga y responsable local de la Liga Italiana para la Protección de las Aves (LIPU).

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Esas aves migratorias vuelan en bandadas como estrategia para sobrevivir y evitar a los depredadores. Este año los expertos calculan que entre 500.000 a un millón de ejemplares han llegado, pese a los contratiempos que sufren y causan.

Además de la contaminación acústica, “los estorninos son un problema sobre todo por sus excrementos, que cubren las avenidas con montañas de heces, provocan accidentes y resbalones de los transeúntes además del hedor fuerte”, subraya Manzia. “Pero no transmiten enfermedades”, subraya la experta.

Para limitar las molestias, la alcaldía está tratando de espantar las aves con un método natural, gracias a altavoces y linternas que emplean los “cazadores” escondidos entre los automóviles. “Aprovechamos el reflejo que tienen frente al miedo, usando el llamado de alarma. Es como si comunicaran entre ellos que la zona es peligrosa y que es mejor alejarse”, explica a la AFP Marianna Di Santo, directora de la empresa privada Fauna Urbis, encargada por la alcaldía de Roma del programa.

Dormitorios colectivos
“Hace unos años, no eran tan urbanos”, explica Manzia. “Pero en la ciudad, las temperaturas son más altas y las luces les ayudan a orientarse y protegerse de los depredadores”, asegura. Algunos árboles de la capital, son utilizados como “dormitorios” por los estorninos y por ello es común encontrar aceras, coches y motos manchados por gruesas capas de excrementos, como ocurre a lo largo del río Tíber.

Algunos romanos no se atreven a aventurarse por las orillas del río sin abrir el paraguas. Debido a la exasperación de los residentes, las autoridades han tratado de alejarlos con halcones y con rayos láseres, pero el método sonoro resulta “el más sencillo y eficaz”, sostiene Valentina de Tommaso, empleada de Fauna Urbis.

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La empresa opera “dos o tres veces por semana”, en algunas ocasiones cerca de la estación de Termini, un área que las aves aman porque es luminosa y está protegida del viento. “Emitimos grabaciones de unos 10 minutos, con pausas para que no se acostumbren al ruido”, un método “perturbador” pero inofensivo, destinado a dividir los enjambres para limitar así el daño que causan, añade, vestida de pies a cabeza con un mono adornado con tiras reflectantes. En medio de transeúntes, turistas y trabajadores las bandadas de pájaros negros huyen en medio a gritos agudos y desgarradores, dando a la escena un aire de película de terror.

“Caminar bajo nubes de estorninos realmente no es lo ideal”, lamenta Francesco Fusco, un ingeniero de 55 años, mientras el joven estudiante Alessio Reiti, de 16 años, queda encantado con ese grandioso fenómeno de la naturaleza. “Son magníficos. Me gustan mucho las formas que crean. Es que a la naturaleza no se le puede poner pañales”, comenta divertido.

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