
El dolor por la pérdida de una familia entera causó conmoción entre la población de Sidrolândia, ubicada en el interior del estado de Mato Grosso do Sul, donde familiares, amigos y residentes dieron el último adiós a Drielle Leite Lopes y a sus tres hijos, Helena, de 10 años, João Lúcio, de 2, y José Augusto, de apenas 3 meses.
Una madre y sus tres hijos fueron víctimas de un trágico accidente ocurrido en la BR-060. El velorio, celebrado en el Ayuntamiento de la ciudad, estuvo marcado por la emoción, la indignación y un profundo estado de conmoción entre los familiares.
La tragedia, que cobró la vida de cuatro personas de una misma familia, ocurrió la noche del domingo, entre Sidrolândia y Campo Grande. La familia había ido a visitar a la madre de Drielle para compartir la feliz noticia de la compra de su propia casa, que habían adquirido la semana anterior.

El accidente se produjo cuando un automóvil modelo Corsa era conducido por un mecánico que, según versiones, había consumido cocaína y se encontraba visiblemente borracho en el momento del accidente.
Según el Ministerio Público del Estado, el conductor del Corsa intentó adelantar sin éxito a un camión, impactó el lateral del pesado vehículo y colisionó contra un Saveiro, donde se encontraba la familia de Drielle.

El impacto fue tan violento que el Corsa se salió de la carretera y se incendió. El conductor no llevaba puesto el cinturón de seguridad, salió despedido del coche y sufrió múltiples fracturas. Permanece hospitalizado bajo escolta policial y se le ha ordenado prisión preventiva.
El esposo de Drielle, quien sobrevivió al accidente, necesitó apoyo durante el velatorio. Sufrió heridas leves, pero está emocionalmente devastado. Uno de los hijos de la pareja, un niño de 12 años, también sobrevivió, pero permanece hospitalizado tras cinco cirugías.
Sufrió fracturas en brazos, piernas y mandíbula, pero se encuentra fuera de peligro. La tragedia reaviva el debate sobre la conducción temeraria y los efectos devastadores de la combinación de drogas, alcohol y conducción.
La expectativa de la familia es que se haga justicia, no sólo como una forma de castigo, sino para evitar que otras vidas sean quitadas en circunstancias tan violentas y evitables.